jueves, 17 de septiembre de 2009

FÁBU®LA

(Adaptado de Pérez Reverte)

Lo más seguro es que conozcan el cuento. O les suena por ahí. La vaina es que estaba la hormiga, dale que dale, trabajadora como era, boliando y boliando, acarreando granos de trigo y todo cuanto podía a su hormiguero, sudando la gota gorda porque era verano y hacía un calor del demonio. Iba y venía la prójima, de un lado hacia el otro, con esa seriedad metódica, sujeta y disciplinada que tienen las hormigas, y algún otro bicho: Un – Dos – Tres - Marrr, amontonando provisiones para el invierno. Tan atareada iba que hasta pasaba en alto a un hormigo que esta buenísimo y le decía cosas - Adiós, reina -, piropeaba el fulano, rozándola con las antenas - Quien pudiera abrirte las seis patas a la vez -. Y ella, cargada con su grano de trigo o su hojita de perejil, no se daba por enterada y seguía en lo suyo, up, aro, up, aro, obsesionada con aprovisionar su despensa… ya que luego viene el invierno y pasa lo que pasa.

Cada día la hormiga pasaba por delante de una cigarra que tenía una modorra que se la pisaba ella misma. Todo el día tumbada a lo cuatro tres, debajo de una mata de romero, acompañándose con la guitarra mientras cantaba canciones de Alejandro Sanz y cosas así. - Quien te va a curar el corazón partío -, decía la muy canalla, burlándose de la pobre hormiga cuando esta pasaba cerca. A veces cuando se fumaba un porrito e iba mas puesta, la cigarra llegaba incluso a reprochar a la hormiga - Adiós labriega, proleta… -, le decía la muy condenada - que no paras de boliar-. Otras veces se despelotaba de la risa, y le tiraba piedras a la hormiga, más que nada por joder, y le decía - Echa pal sol, sudorosa, trabajas más que golfa en carnaval. Hay que ser pendejo para andar de arriba abajo cargando trigo, con lo bueno que es la vida, zunga -.

La hormiga claro, se ponía de una mala leche espantosa. A veces se paraba y amenazaba con el puño a la cigarra - Vete a mamársela a alguien -, le decía. Y respondía la cigarra: - pues oye, igual voy, ya que tú no tienes tiempo -. Otras veces pasaba de largo, rechinando los dientes, o lo que tengas las hormigas en la boca. - Ya vendrá el invierno -, mascullaba encorvada bajo el peso de su carga. - Ya vendrá el invierno, cantante de quinta, y te vas a dar cuenta de lo que vale trabajar. Tu, canta, canta. Que el que en agosto canta, en diciembre aguanta -. Pero la cigarra se despelotaba de la risa.

Total, que llegó el invierno y como se veía venir cayó una nevada de miedo. Y la hormiga se frotaba las manos en su hormiguero calientito, junto a la estufa contemplando su despensa llena. Y pensaba - Ahora vendrá esa chocoloca pidiendo camita, muerta de hambre y de frío. Ahora vendrá haciéndome el numerito para que me compadezca. Pero conmigo, como los terneros. ¡!! Puede llorar. Porque por nada la dejo entrar!!! -.

Y entonces, estando la hormiga en pijama de extraños mundos y zapatillas cubriendo sus seis pies feos, con la tele puesta viendo Animal Planet, suena el timbre de la puerta. Y la hormiga, se levanta despacio, recreándose en su suerte. - Ahí está esa régula -, piensa. - Tiesa de hambre y de frío. A ver si le quedan ganas de cantar ahora - El caso es que abre la puerta, y cuál no será su sorpresa cuando se encuentra en el umbral a la cigarra vestida con un abrigo de visón D&G que no te lo crees, y con un Z3 esperándola en la calle.

- He venido a despedirme – le dice la cigarra – Porque mientras tu trabajabas, yo me tiré a un grillo del carajo que está podrido en billete. Pero podrido, amiga -.

- No te creo – dice la hormiga estupefacta.

- Te lo juro. Y Martín (porque el grillo se llama Martín y es un cielo) me ha retirado y me ha puesto una base que alucinas. Y ahora me voy con Emilio a grabar un disco -.

- No jodas -.

- Claro, por eso te lo cuento. Y luego Martín me lleva a un crucero por el Mediterráneo, ya sabes: Italia, Turquía, Grecia… Ya te escribiré postales de vez en cuando. Bye -.

Y la cigarra se sube el cuello del abrigo y se larga en su Z3. Y la hormiga se queda quieta en la puerta. Cierra despacito y se va meditabunda de vuelta a la estufa y a la tele, y se sienta, mira la despensa, y luego mira otra vez hacia la puerta. Y se acuerda del hormigo del verano, que al final terminó saliendo con otra hormiga amiga suya, una tal Melissa. – Mierda -, piensa la hormiga…. – Se me ha olvidado decirle a la cigarra que, ya que va a Grecia, pregunte si todavía vive allí un tal Esopo. Un señor mayor, que escribe. Y si se lo encuentra, que le dé recuerdos de mi parte. A él y la F&%%$ madre que lo parió -.

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